UNAPENITENCIA PARA LAS BRUJAS- Capítulo 22



Y en el reino de Líbor Triquilín se dispuso a recorrer la isla pegando saltos de resortes. Balanceándose de rama en rama silbó y llamó a Piqui, Tiqui y Riqui por horas y horas. Y nada.
Buscando a sus tres amigos alados se enteró que los amigos de Pantapúas que habían escapado con vida de los embates del mar al ser arrojados por los de Amarilis desde el Colmillos de Cobra, fueron por el monstruo al Castillo de la Niebla y le liberaron.
Después, sus compañeros de juerga vinieron a invitarle para ir a la taberna a lo que se negó, una y otra vez… subió al patio de su hogar y comenzó a recorrerlo cruzándolo una y otra vez, interrumpiendo sus tétricas caminatas para acodarse en las almenas y observar las asquerosas aves de rapiña sobrevolando el inútil foso.
Maldecía y se maldecía a sí mismo porque el destino le había jugado una mala pasada. Pedía a los poderes de la noche que le cortasen los brazos y le otorgaran alas para cobrarse los agravios de los que se consideraba víctima.
__ ¡Desapareceré Amarilis del Enigma algún día!
Penumbra le observaba en silencio mientras acarreaba el agua desde el aljibe, situado en medio del patio del Castillo de la Niebla.
Pantapúas giraba y giraba como un trompo enloquecido, sin detener sus blasfemias, hasta marearse y caer al piso.
Antes de incorporarse, miró el cielo y se mantuvo absorto contemplando un punto fijo…
Al cabo de un rato fue por Penumbra y le ordenó regresar a Caverna de las Brujas, pues la ineficacia de ellas, según él lo entendía, era la culpable de cuánto había acontecido para la deshonra del nombre de Azabache.
Penumbra fue hasta las cavernas y el recibimiento de las brujas no fue menos iracundo que el carácter que ostentaba su amo.
__ ¡Ese imbécil! ¡Sólo a él podía ocurrírsele que invadiéramos Amarilis!__ Se quejaba Bona.
__ ¿Y para que le hiciste caso?__ preguntó Bruta.
__ ¡Cállate, morirás sin hebillas!
Berta, Bruta y Bona tenían los pies en un mismo latón con aguas frías y espumosas, se las veía maltrechas y agotadas. Los cabellos se les habían parado en su totalidad y se habían quitado, a causa de ello, los picudos gorros.
__ ¿Qué quiere?
__ Que le visiten.
__ ¿Te parece que estamos como para detalles sociales, querida?__ Bona estaba malísima__ Ah… de haber traído esas higueras todo hubiese cambiado… ¡Pero no! ¡Henos aquí como brujas anticuadas! Ya llegará un momento en que las brujas no luciremos así. Sí, Gran Azabache, claro que sí…
__ ¿Irán?
__ ¿En qué? Nuestras antiguas escobas no existen, estamos intentando reconstruir una pero sus controles fallan.
__ Si yo fuera vosotras lo intentaría…__Sugirió Penumbras, recordando el estado de ánimo del monstruo.
__ ¡Já! Pero no lo eres…
__ Pueden caminar…__Sugirió Penumbra.
__ ¿Estás loca, querida? Tenemos nuestros… __ Bona sacó un horrible pie del agua lleno de verrugas y muy grande, con las uñas largas, negras y dobladas__ delicados pies muy doloridos e hinchados…
__ Aunque…__ Berta estaba pensando que necesitaban la entrada antigua al castillo así que se le ocurrió pedírselo a Pantapúas pues si el monstruo las llamaba sería para negociar algo, sin dudas.
__ ¡Iremos!
Las brujas quitaron los pies del agua, se colocaron sus gorros haciendo fuerza a causa del estado de sus desmechadas cabezas y descalzas montaron las tres en la maltrecha escoba.
Lo hicieron a duras penas pues la escoba no reconocía las órdenes y si le pedían “a la izquierda” tomaba a la derecha, “¡hacia abajo!” y se elevaban.
Berta, Bruta y Bona divisaron desde las alturas a Marcucho y Triquilín que se dirigían a toda prisa hacia la costa.
Ordenaron a la escoba “¡a ellos!”, sin embargo la desobediente escoba comenzó a dar vueltas en derredor. Las brujas chillaban mareadas, hasta que la escoba divisó unos extraños papagayos que aterrorizados batieron sus alas y desplegaron sus colas como abanicos. Como un bólido la escoba con las tres brujas montadas en ella llevaba la intención de chocarlos.
A escasos centímetros del pico de un loro frenó la escoba frenó la desenfrenada persecución, las brujas para paliar los desajustes ordenaron otras acciones pero no había caso, la escoba había enloquecido
Acabó su viaje dándolas de nariz contra un viejo tronco por lo que sintiéndose defraudadas, las damas tomaron la escoba y la hicieron trizas.
Luego se orientaron calculando el rumbo tomado por el duende y el grandote.
__ ¡Traidor! ¡Las pagarás!__ Y mientras pensaban qué castigo sería el conveniente para Marcucho, con los brazos extendidos hacia delante y quejándose de las piedras –ya que iban descalzas__ corrieron y corrieron al divisarlos…
Triquilín se adelantó al verlas venir y en la orilla clamó desesperadamente por Úrsulo pues… ¡se tardaba demasiado!
Las brujas alcanzaron a Marcucho y tiraron de su vieja remera. El pobre estaba muy asustado y para salir del paso lo único que hizo fue cubrirse la cabeza con ambos brazos.
El duende daba saltos y las corría para ganar tiempo hasta que Úrsulo llegó en el preciso momento en que Marcucho comenzaba a sollozar desconsolado. La alegría volvió al desolado rostro y junto al duende partieron montados sobre Úrsulo.
Triquilín estaba muy triste porque Piqui, Tiqui y Riqui le habían abandonado sin dejar en la gruta una sola señal.
Las brujas pataleaban en la costa. Lo único que les quedaba del grandote era un jirón de remera como souvenir y encima se lo disputaban como un trofeo.
__ ¡Bastará con tener este trapo para comenzar tu infierno!__ dijo Berta se rasgándose más uno de los agujeros del negro vestido y en él metió el jergón rayado.__ ¡Seré yo quien lo hechice!
__ ¡Y bastará con esto para comenzar tu infierno, Berta!__ dijo una voz horrible en la espesura. Las brujas miraron hacia la vegetación y vieron al ogro caminar hacia ellas.__ ¡Seré yo quien te hechice!
Las brujas dieron la vuelta… ¡Pantapúas! ¡Y traía un artefacto horrible de los que usaba Azabache!
__ ¿Les gusta? He seguido paso a paso los consejos de Azabache para construirlo. ¡Dichosos esos manuales! Dice que esto puede disparar fuego. ¿No sería una honra para la casta de brujas ser las primeras? Puedo ver los titulares en las Leyendas Doradas de Amarilis… “Berta, Bruta y Bona han fallecido en Líbor a causa de una explosión emitida por un aparato desconocido…”
Las brujas intercambiaron miradas de pánico… ¡algo que disparara fuego!, ¿cómo no se les había ocurrido?, aún no estaba probado, pero tampoco era momento para tentar al monstruo.
__ ¿No las mandé a buscar?__continuó Pantapúas mientras se acercaba
__ En eso estábamos…__ dijo Berta.
__ Entonces ¡adelante!__ gritó Pantapúas y las tomó entre sus brazos, las mujeres iban colgando, berrinchando y probando hechizos para que las soltara, arrojando culebras y sapos, caracoles y arañas, pero el monstruo continuaba arrastrándolas.
Al llegar a Castillo de la Niebla las dio por el suelo con estrépito, Berta, Bruta y Bona se quejaron de dolor y el monstruo rió a carcajadas por el ruido a huesos viejos, según dijo.
__ ¡Trabajarán para mí! Arreglaremos este sitio otra vez.
__ Si nos permites abrir la antigua entrada lo haremos.
El monstruo pensó y convino en que tal vez era necesario estar bien con las brujas, porque después de todo separados habían perdido la batalla que hubiera devuelto a Azabache el Negro a las tierras de Líbor así que…
Bajo la custodia del ogro las brujas limpiaron graneros y porquerizas, quitaron todos los sapos del aljibe pues Pantapúas no pensaba volver a la caza de batracios, movieron mediante sus artes mágicas grandes bloques de piedra y trasladaron nuevamente la sala con la escalera, abrieron su nuevo boquete para ir y venir a gusto al Castillo de la Niebla, trabajaron en un nuevo dosel para los aposentos del monstruo y crearon nuevos recetarios para Penumbras. También confeccionaron un parque de diversiones__ algo extravagante__ para los amigos de Pantapúas.



 

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